Desde febrero de 2022, el mundo ha sido testigo de una narrativa mediática cuidadosamente construida en torno a la guerra entre Rusia y Ucrania. Lo que comenzó como una escalada regional con profundas raíces históricas y geopolíticas, fue rápidamente cooptado por los burócratas globalistas como excusa perfecta para expandir su influencia, incrementar el gasto militar y justificar un intervencionismo cada vez más descarado.
Una guerra con guion occidental
Mientras los ciudadanos ucranianos y rusos sufren las consecuencias directas del conflicto, en Bruselas y Davos se brinda con champán. La guerra ha sido la excusa ideal para desviar fondos públicos hacia empresas armamentistas, ampliar el poder de la OTAN, criminalizar la disidencia y revivir una Guerra Fría que les es políticamente rentable.
La narrativa hegemónica nos quiere hacer creer que Ucrania es una inocente víctima que lucha por la libertad, pero lo que callan los medios es la injerencia sistemática de Occidente en su política interna desde el Euromaidán de 2014, el financiamiento de milicias nacionalistas y la imposición de un gobierno títere pro-OTAN. ¿Libertad? Solo si sirve al diseño globalista.
Globalismo y militarismo: los grandes beneficiarios
Mientras se pide a los ciudadanos europeos que acepten recesión, inflación y escasez en nombre de la “solidaridad con Ucrania”, los contratos millonarios fluyen hacia Lockheed Martin, Raytheon y sus equivalentes europeos. Biden —o más bien, quienes lo manejaban— ha convertido el conflicto en una fuente inagotable de gasto público disfrazado de heroísmo moral. Es el mismo socialismo disfrazado que los libertarios hemos combatido durante décadas.
La guerra también ha sido el pretexto para avanzar en políticas de censura, control digital y expansión de organismos supranacionales. Las voces que cuestionan el relato oficial son etiquetadas como “pro-rusas” o “desinformación”, en un intento orwelliano por sofocar el pensamiento crítico.
Ni Putin, ni Zelensky: soberanía nacional y paz con libertad
Desde una visión verdaderamente libertaria y conservadora, no hay bandos “puros” en este conflicto. Vladimir Putin encarna un régimen autoritario y nacionalista, pero no más peligroso que el complejo burocrático y corporativo que domina a la Unión Europea desde las sombras.
El pueblo ucraniano merece vivir en paz, sin ser carne de cañón en una guerra por hegemonía global. Y el pueblo ruso también merece liberarse de un sistema que lo oprime. Pero nada de esto se logrará mientras los burócratas de Bruselas continúen usando la guerra como instrumento de ingeniería social y enriquecimiento ilícito.
¿El camino? Ni OTAN, ni Kremlin: libertad, soberanía y paz
América debe dejar de intervenir en conflictos que no le competen, y Europa debe recuperar el sentido de su soberanía, en lugar de seguir siendo una marioneta de la UE. El mundo no necesita más guerras para beneficiar a elites. Necesita más libertad, más mercado y menos gobierno.
En Americano Libertario, alzamos la voz por aquellos que no quieren vivir bajo ningún imperio: ni el ruso, ni el globalista. Nuestro compromiso es con la verdad, la soberanía nacional y la dignidad de los pueblos libres.