En una reciente entrevista para Fox News, el Secretario del Tesoro, Scott Bessent, reveló que casi 70 países se han acercado a Estados Unidos con la intención de colaborar para reequilibrar el comercio global. Representando al presidente Donald Trump, Bessent confirmó que ha iniciado conversaciones formales con Japón, en línea con la visión presidencial de una nueva Edad Dorada del Comercio Global.
Esta declaración no es solo diplomacia: es un mensaje contundente de que el liderazgo estadounidense vuelve a marcar el ritmo del comercio internacional, dejando atrás los esquemas multilaterales que priorizaban la cesión de soberanía y el desequilibrio estructural.
El interés masivo de tantas naciones no surge de la nada. Surge porque Estados Unidos, bajo el liderazgo de Trump, ha dejado de ser el pagador sumiso del modelo globalista. Ha puesto tarifas donde había concesiones. Ha exigido resultados donde antes bastaba la diplomacia decorativa. Y ha mostrado que la fuerza económica no es un pecado, sino una herramienta legítima para proteger a sus ciudadanos y productores.
Japón es solo el primero en una lista creciente de países que reconocen que el futuro pasa por acuerdos bilaterales reales, justos y respetuosos de la soberanía nacional. La era de los tratados impuestos por burócratas de Bruselas o Ginebra ha terminado.
Trump no solo está reconstruyendo la industria estadounidense. Está redibujando el mapa comercial global con la audacia de quien no pide permiso para defender lo suyo. Y Bessent, como portavoz económico de esta cruzada, deja claro que América está lista para liderar… bajo sus propias condiciones.