Otra tragedia universitaria: el tiroteo
El pasado 17 de abril de 2025, la Universidad Estatal de Florida en Tallahassee fue escenario de un nuevo tiroteo que dejó al menos dos personas muertas y seis heridas. El atacante, un estudiante de 20 años, fue detenido en el lugar, portando un arma de fuego. Otras dos armas —una en un vehículo y una escopeta dentro del centro de estudiantes— fueron incautadas por las autoridades.
No es un problema de armas, es un problema de alma
Mientras los medios alineados al progresismo claman por más “controles de armas” y “políticas inclusivas”, la raíz del problema sigue sin tocarse: la descomposición moral promovida por el globalismo. En nombre de la tolerancia absoluta, se ha desmantelado toda estructura de autoridad, se ha debilitado la institución familiar, y se ha criminalizado la defensa de valores tradicionales.
Universidades convertidas en fábricas de resentimiento
Las universidades públicas, antaño centros de formación cívica y moral, se han transformado en fábricas de nihilismo, resentimiento y victimismo. En lugar de fortalecer el carácter, promueven el relativismo moral, la cultura de la cancelación y una ideología de género que fragmenta aún más la psique de una juventud sin raíces ni propósito.
Una generación huérfana de verdad
El atacante no surgió del vacío: nació en un sistema que enseña a odiar su país, a rechazar la responsabilidad individual y a buscar redención mediante actos desesperados de violencia. La banalización de la vida, la normalización del caos y la glorificación de la transgresión son frutos amargos de una generación huérfana de verdad.
El progresismo propone desarme moral y material
Mientras tanto, los burócratas de Washington y los comisarios del pensamiento global claman por “soluciones multilaterales” y “regulación transnacional de armas”. La misma agenda que ha desarmado moralmente a Occidente ahora pretende desarmar a los ciudadanos que aún creen en su derecho natural a defenderse.
La solución: restaurar el orden y los valores
La respuesta no está en más controles ni más censura. La respuesta está en restaurar los valores que hicieron grande a América: respeto a la vida, responsabilidad individual, familia, orden, justicia y verdad. Mientras el globalismo siga imponiendo su modelo de desarraigo, victimismo y dependencia estatal, este tipo de tragedias no solo continuarán: se multiplicarán.